Fue llamada la “bien cercada” por la muralla que la rodeaba y que era uno de los mejores bastiones occidentales de la línea del Duero. Hoy apenas quedan unos restos pero siguen siendo muy interesantes. Esta plaza desempeñó un papel importante en las luchas internas de Castilla, en la Edad Media, y más tarde presenciaron la guerra entre los partidarios de Juana la Beltraneja e Isabel La Católica. En su Semana Santa concentra a muchos visitantes que se desplazan desde diferentes lugares para presenciar la elegancia de sus “pasos” y el carácter de celebración que la ciudad posee tras ellos. Posee estupendos restaurantes en los que degustar ricos platos de Castilla. Carca de la capital está Toro, que baña el río Duero y en ella destaca su Colegiata y especialmente la portada occidental, que es una de los pocos atrios que conserva su policromía. Es región de vinos estupendos y famosos, por lo que las rutas por sus bodegas son de obligado cumplimiento. En ellas se pueden realizar catas y culminar la salida con una comida típicamente zamorana en cualquier restaurante de la zona. Como sugerencias podemos pedir típicos quesos de vaca, cabra y oveja y el rebojo, una especie de bizcocho, blando o duro, elaborado con huevos, harina y azúcar que suele prepararse para Semana Santa. Todo laboriosamente cocinado de forma artesanal. Proyecta tu viaje. No te arrepentirás.